martes, 15 de enero de 2013

La lectura, nuestra herramienta mas poderosa


La lectura es una habilidad básica que se tiene que empezar a desarrollar a partir del nivel preescolar, independientemente que en el hogar los padres de familia tienen que apoyar creando el hábito de la lectura.


Esta habilidad básica tiene niveles de comprensión, niveles que en forma simultánea van desarrollando habilidades del pensamiento y por ende el desarrollo intelectual.Pero leer no es únicamente repetir las palabras escritas, leer es establecer un diálogo con el autor, con la teoría para saber que te dicen y cuando puedes emplearlo o simplemente criticarlo y buscar otra lectura(discernimiento). La lectura es un encuentro con situaciones, hechos, eventos, sucesos, lugares, contextos, personas, personajes distantes en el tiempo y el espacio, dichos (o escritos) desde la perspectiva, desde la óptica, desde el punto de vista de otra persona (el escritor),, por lo que, ciertos textos nos permiten aprender y otros recrearnos.Los eventos o experiencias que podríamos o deberíamos vivir para aprender algo, un texto nos lo ofrece ya planteado y, a la vez, nos permite formular nuestras propias conclusiones, reflexiones, inferencias, deducciones, aún cuando ya las contenga.

En conclusión, nos posibilita aprender y recrear situaciones que ni en mil vidas lograríamos. Porque es la historia del hombre y el mundo: ideas, ideales, realidades, irrealidades, supuestos, referentes; Porque es el registro del camino que ha seguido el ser humano. La posibilidad de entender algo nuevo y poder hacerlo parte nuestra es lo que importa.

Viangi Duval Rosado

Descubriendo la magia de los libros

Existen personas que diran que un buen libro debe tener un vocabulario culto y una historia original, así como unos personajes bien ideados. Yo no creo que un libro con estas cualidades deba ser bueno a la fuerza, del mismo modo que sin tenerlas puede ser una obra maestra. Un buen libro, por encima de todo, debe llegar al lector, cautivarlo, seducirlo. No importa si la historia es compleja o sencilla, si el vocabulario es fluido o no lo es o si los personajes son redondos, planos o, ya puestos, triangulares. La clave está en que atraiga, que impulse a seguir leyendo. 

Algunos libros estan tan cargados de adjetivos, palabras cultas, metáforas y tramas excesivamente complejas que, sencillamente, terminan por aburrir al lector por muy ingeniosos que sean los recursos que el autor utiliza. La genialidad del escritor no está en sus conocimientos linguisticos ni en su desbordada imaginación. La genialidad del escritor está en su capacidad de transmitir esas cualidades u otras al papel con la suficiente brillantez como para encantar al lector, y no importan las características del libro. 


Auque es cierto que se puede leer para obtener conocimiento, seamos sinceros, la mayoría leemos para entretenernos y disfrutar de la magia de un buen libro. CASI NADIE lee un libro de 1500 páginas por muy buena gramática que tenga o por mucha información que contenga. Puede parecer poco inspirado y filosófico decir lo que diré pero, al fin y al cabo, las novelas no son otra cosa que PURA DIVERSION, ¿oh no?


Viangi Duval Rosado

Poesía: expresión artística de la belleza

 Poesía, es un género literario, donde se expresa, ya sea en verso o en prosa y con un lenguaje estético, alegórico y metafórico, todas las manifestaciones humanas. Poesía es la expresión artística de la belleza. Esto quiere decir, que los poetas captan a través de su sensibilidad, por ejemplo, en un paisaje, su belleza, para después plasmarlo con palabras en un escrito, para que los lectores, a su vez, capten lo que quiere transmitir, su sensibilidad, sus ideas, sus pensamientos. En un poema tiene y debe haber poesía. 

La poesía está en toda cosa, hecho, objeto, idea o persona, solo falta que el poeta capte a través de su mente y sus sentidos, su belleza, para reflejarlo en un escrito o poema. Sin embargo aunque el poeta, no esté para captar la belleza de algo o alguien, la poesía seguirá existiendo, como dice el célebre poeta Becquer: "No digáis que agotado su tesoro de asuntos falta, enmudeció la lira. Podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía".

Jose Roberto Disla Castillo


“Aquel que lee se está dando la oportunidad de vivir dos vidas al mismo tiempo. Mientras que el que no lo hace, solo vive la que tiene”. 
Stephanie Marie Rivera Defillo

Que es escribir?




Escribir es un arte. Es decir con palabras lo que expresa tu propio yo. Es sentirte en el aire, sentir que tu eres la pluma que escribes, Escribir es dejar que tu mano haga el movimiento, el crear personajes, argumentos que atrapen al lector, clímax que sean como rayos atravesando el cielo y desenlaces que sean como el final de una dulce canción... eso en novelas, en poemas, poner con letras cuanto soy capaz de amar y sentir, en mi diario, el contar mis días y saber que no vivo inútilmente, una disciplina, un amor, un arte. Eso es escribir, lo más hermoso que existe, dejar volar tu imaginación.

Jose Roberto Disla Castillo

domingo, 13 de enero de 2013

Literatura dominicana


Cuando hablamos de literatura dominicana nos estamos refiriendo al conjunto de producciones literarias nacidas dentro del territorio de la República Dominicana, pero también a todas las producciones escritas por autores dominicanos fuera del citado país. Naturalmente, esto incluye no sólo la creación literaria posterior a la independencia del país, sino también a la escrita mientras el territorio aún pertenecía a los españoles.

La literatura colonial no es diferente a la que existió en las demás colonias. No siendo, además, el territorio dominicano una de las colonias más importantes, no es de extrañar que la producción colonial no fuera ni demasiado extensa ni demasiado importante. También es importante recordar que esa literatura estaba destinada en su mayoría a los propios españoles, y compuesta mayoritariamente de crónicas y descripciones de los viajes, los descubrimientos y las conquistas que los invasores iban haciendo.

La literatura propiamente dominicana se inicia, en cualquiera de los casos, cuando el país adquiere su independencia y el deseo de construir una nación se hace fuerte. José Luís Núñez de Cáceres y Juan Pablo Duarte fueron los primeros exponentes de este crecimiento literario, y luego les sucederían autores como José Joaquín Pérez, Manuel de Jesús Galván, Nicolás Ureña de Mendoza y Salomé Ureña, hija de este último.



El propio diario de Cristóbal Colón se cita frecuentemente como “la primera crónica”. Entre los cronistas y los primeros escritores coloniales dominicanos se encuentra Cristóbal de Llerena, así como la primera poetisa “americana”, Leonor de Ovando.

La literatura dominicana ha sido testigo del discurrir de los principales movimientos literarios de la época contemporánea. Una vez independiente y “abierto” al mundo, los autores dominicanos empezaron a impregnarse del romanticismo, primero, y después del realismo y de las vanguardias, que marcaron la producción novelística y poética, fundamentalmente, aunque también el teatro y el ensayo se hicieron un hueco.

Las novelas recibieron un impulso en sus inicios gracias a la extensión de la obra del francés Víctor Hugo, aunque poco a poco los autores dominicanos fueron desarrollando un estilo más genuino y propio. Así, fueron pasando las llamadas “novelas de la caña”, luego las “novelas bíblicas” y finalmente las “novelas costumbristas”.

Gracias al aporte de Juan Bosch, escritor y presidente de la República Dominicana, el cuento ha tenido durante mucho tiempo aún mayor implantación que la novela en el país. Bosch dividió su obra entre los “Cuentos escritos antes del exilio” y “Cuentos escritos durante del exilio”, recopilación que más adelante amplió y que marcó profundamente al resto de cuentistas dominicanos.


Lee todo en: Literatura dominicana | La guía de Lengua http://lengua.laguia2000.com/literatura/literatura-dominicana#ixzz2Hs6g5anx

Escayola

¡Nunca me liberaré de esto! Ahora soy dos personas:
ésta, completamente blanca, y la antigua, amarilla,
y la blanca es, sin duda, la más importante.
No necesita alimentos, es, ciertamente, uno de los santos
indudables. Al principio la odiaba, carecía de lógica propia.
Se pasaba los días en la cama conmigo, igual que un cadáver,
y yo me asustaba, pues su forma era idéntica a la mía,

aunque mucho más blanca, e irrompible, y jamás se quejaba.
Era tan fría que me tuvo despierta una semana.
Yo le echaba la culpa de todo, pero ella jamás respondía.
¡Qué ridícula conducta, yo no la entendía! Pero ella
guardaba silencio. La pegaba, pero no se movía,
pacifista sincera, y entonces me dije que deseaba mi amor:
comenzó a ser más cálida, y vi entonces sus muchas virtudes.

Sin mí no existiría, por eso me mostraba cariño.
Yo le daba alma, florecía de ella cual rosa
florece de un jarrón de porcelana barata,
era yo quien brillaba, no ella con su pulcra blancura,
como había pensado al principio. Yo entonces
la protegía un poco y ella estaba encantada, era claro
que su mente de esclava la regía.

Yo aceptaba su culto y a ella le encantaba.
Matinal, despertábame del sol al reflejo. En su torso
sorprendentemente albo lucía su pulcra
nitidez, y su calma y su dura paciencia:
mimaba mis debilidades como experta enfermera,
poniendo mis huesos en su sitio, para que se curasen.
Y, así, nuestro vínculo se volvió más firme.

Fue dejando de venirme tan justa, empezó a separárseme.
Yo notaba sus críticas a pesar de mí misma,
como si mis costumbres la ofendiesen de alguna manera.
Dejaba pasar las corrientes y volvióse distraída y lejana.
Y la piel me escocía y se me iba pedazo a pedazo
sólo porque ella me cuidaba con tanto desvío.
Vi por fin el misterio: se creía inmortal.

Quería dejarme, se pensaba superior a mí en todo.
¡Y yo que la tenía a oscuras, apilando rencores,
malgastando sus días al servicio de un semicadáver!
En secreto empezó a desearme la muerte. Y entonces
podría cubrirme la boca y los ojos, del todo cubrirme,
y llevar mi rostro pintado como funda de momia
con la faz faraónica, aunque fuera de barro y de agua.

Y yo no podía arrojarla de mí, se apoyaba
en mí tanto tiempo que me estaba volviendo inmóvil,
habiendo olvidado la manera de andar o sentarme,
por eso cuidaba yo mucho de nunca ofenderla
o jactarme imprudente de mi cierta venganza.
Esta convivencia era igual que vivir con mi tumba:
yo dependía de ella, aunque muy contra mi voluntad.
Solía pensar que podríamos vivir muy bien juntas,
tan unidas estábamos que pudieran pensarnos casadas.
Pero ahora comprendo que no compatíamos, que ella
sería una santa y yo fea e hirsuta, más tarde o temprano
tales diferencias caerían inanes, pues yo recobraba mi fuerza
y un día podría vivir sin su apoyo y entonces
su cáscara huera y muriente lloraría mi ausencia.

Sylvia Plath

Recuperado desde: http://www.amediavoz.com/plath.htm

“La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, el blanco y negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe” Roland Barthes

100 mejores libros de la historia


A sangre fría
  • 1984, George Orwell
  • 100 años de soledad, Gabriel García Márquez
  • Crimen y Castigo, Fedor Dostoievsky
  • La Odisea, Homero
  • A sangre fría, Truman Capote
  • Guerra y Paz, Leon Tolstoi
  • El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde
  • Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes
  • Grandes expectativas, Charles Dickens
  • El rojo y el negro, Stendahl
Demian
  • La Divina Comedia, Dante Alighieri
  • Orgullo y Prejuicio, Jane Austen
  • Fausto, Johann Wolfgang Goethe
  • Catch 22, Joseph Heller
  • El Conde de Montecristo, Alejandro Dumas
  • La insoportable levedad del ser, Milan Kundera
  • Las uvas de la ira, John Steinbeck
  • Demian, Herman Hesse
  • Madame Bovary, Gustave Flaubert
  • El tambor de Hojalata, Günter Grass
Pippi Calzaslargas
  • El principito, Antoine de Saint-Exupery
  • Cumbres borrascosas, Emily Brontë
  • Ulises, James Joyce
  • Lolita, Vladimir Nabokov
  • Un mundo feliz, Aldous Huxley
  • Pippi Calzaslargas, Astrid Lindgren
  • Hamlet, William Shakespeare
  • Los cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer
  • Trópico de Cáncer, Henry Miller
  • La Ilíada, Homero
El Decamerón
  • Drácula, Bram Stoker
  • El Decamerón, Giovanni Bocaccio
  • El gran Gatsby, Scott Fitzgerald
  • El guardián entre el centeno, J.D. Salinger
  • Chacal, Frederick Forsyth
  • Los miserables, Víctor Hugo
  • La señora Dalloway, Virginia Woolf
  • El origen de las especies, Charles Darwin
  • Frankenstein, Mary Shelley
  • Moby Dick, Herman Melville
La naranja mecánica
  • Ensayo sobre la ceguera, José Saramago
  • La naranja mecánica, Anthony Burgess
  • En el camino, Jack Kerouac
  • El extranjero, Albert Camus
  • La metamorfosis, Franz Kafka
  • Zorba el Griego, Nikos Kazantzakis
  • En busca del tiempo perdido, Marcel Proust
  • Los renglones torcidos de Dios, Torcuato Luca de Tena
  • El buscón, Francisco de Quevedo
  • El señor de los anillos, J. R. R. Tolkien
La Eneida
  • La sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón
  • Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift
  • El túnel, Ernesto Sábato
  • Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche
  • La Biblia
  • Pedro Páramo, Juan Rulfo
  • Las mil y una noches
  • La Eneida, Virgilio
  • Las Nieblas de Avalon, Marion Zimmer Bradley
  • El perfume, Patrick Süskind
Viaje al centro de la Tierra
  • El abanico de seda, Lisa See
  • Yo, Claudio, Robert Graves
  • La quinta montaña, Paulo Coelho
  • Thérèse Raquin, Èmile Zola
  • El nombre de la Rosa, Umberto Eco
  • Cinco horas con Mario, Miguel Delibes
  • La montaña mágica, Thomas Mann
  • Viaje al centro de la Tierra, Julio Verne
  • El Tartufo, Molière
  • Las aventuras de Huckelberry Finn, Mark Twain
El viejo y el mar
  • Buenos días, tristeza, Francois Sagan
  • Las almas muertas, Nikolai Gogol
  • Casa de muñecas, Henrik Ibsen
  • Estudio en escarlata, Arthur Conan-Doyle
  • El señor de las moscas, William Golding
  • Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll
  • Don Casmurro, Machado de Assis
  • Trainspotting, Irvine Welsh
  • El viejo y el mar, Ernest Hemingway
  • Harry Potter, J.K. Rowling
Bel-ami
  • Guillermo Tell, Friedrich Schiller
  • Arde París, Dominique Lapierre
  • Diálogo, Galileo Galilei
  • Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, Edward Gibbon
  • Los novios, Alessandro Manzoni
  • Bel-ami, Guy de Maupassant
  • Narraciones extraordinarias, Edgar Allan Poe
  • Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, John Irving
  • Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kesey
  • Mientras agonizo, William Faulkner
Kim
  • Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell
  • Historia, Heródoto
  • El Lazarillo de Tormes, Anónimo
  • Matar a un ruiseñor, Harper Lee
  • Kim, Rudyard Kipling
  • Hojas de hierba, Walt Whitman
  • Momo, Michael Ende
  • Edipo Rey, Sófocles
  • El Aleph, Jorge Luis Borges
  • Los pilares de la Tierra, Ken Follett

Entrevista a Alejo Carpentier, leyenda cubana