Cuando hablamos de literatura dominicana nos estamos refiriendo al conjunto de producciones literarias nacidas dentro del territorio de la República Dominicana, pero también a todas las producciones escritas por autores dominicanos fuera del citado país. Naturalmente, esto incluye no sólo la creación literaria posterior a la independencia del país, sino también a la escrita mientras el territorio aún pertenecía a los españoles.
La literatura colonial no es diferente a la que existió en las demás colonias. No siendo, además, el territorio dominicano una de las colonias más importantes, no es de extrañar que la producción colonial no fuera ni demasiado extensa ni demasiado importante. También es importante recordar que esa literatura estaba destinada en su mayoría a los propios españoles, y compuesta mayoritariamente de crónicas y descripciones de los viajes, los descubrimientos y las conquistas que los invasores iban haciendo.
El propio diario de Cristóbal Colón se cita frecuentemente como “la primera crónica”. Entre los cronistas y los primeros escritores coloniales dominicanos se encuentra Cristóbal de Llerena, así como la primera poetisa “americana”, Leonor de Ovando.
La literatura dominicana ha sido testigo del discurrir de los principales movimientos literarios de la época contemporánea. Una vez independiente y “abierto” al mundo, los autores dominicanos empezaron a impregnarse del romanticismo, primero, y después del realismo y de las vanguardias, que marcaron la producción novelística y poética, fundamentalmente, aunque también el teatro y el ensayo se hicieron un hueco.
Gracias al aporte de Juan Bosch, escritor y presidente de la República Dominicana, el cuento ha tenido durante mucho tiempo aún mayor implantación que la novela en el país. Bosch dividió su obra entre los “Cuentos escritos antes del exilio” y “Cuentos escritos durante del exilio”, recopilación que más adelante amplió y que marcó profundamente al resto de cuentistas dominicanos.
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